sábado, 22 de diciembre de 2007

Vigilar y castigar


A continuación transcribimos un fragmento de la célebre obra de Foucault Vigilar y Castigar. Recordemos que Foucault rescató el legado de Niesztche en lo que respecta a la incertidumbre cognositiva, y el móvil supremo que domina al hombre: el poder. Aunque Foucault nunca se reconoció como materialista dialéctico, traslada el esquema jerárquico de la lucha de clases a las prácticas correctivas asumidas (jurídicamente en la mayoría de los casos) por las instituciones y organizaciones de la sociedad civil, o por el aparato estatal.
No debe soslayarse tampoco su estudio relativo a la homogeinización del comportamiento de las masas y la marginación que padecen los grupos minoritarios.


"El Exámen
"El examen combina las técnicas de la jerarquía que vigila y las de la sanción que normaliza. Es una mirada normalizadora, una vigilancia que permite calificar, clasificar y castigar. En todos los dispositivos de disciplina el examen se halla altamente ritualizado. Manifiesta el sometimiento de aquellos que están sometidos. La superposición de las relaciones de poder y de las relaciones de saber adquiere en el examen toda su notoriedad visible.
"Una de las condiciones esenciales para el desbloqueo epistemológico de la medicina a fines del S XVIII fue la organización del hospital como aparato de "examinar". El ritual de la visita médica es su forma más llamativa. Una observación regular que pone al enfermo en situación de examen. Dos consecuencias: en la jerarquía interna, el médico, elemento ahora externo, comienza a adquirir preminencia sobre el personal religioso. Aparece la categoría del "enfermero". El hospital bien "disciplinado" constituirá el lugar adecuado de la "disciplina" médica; ésta podrá entonces perder su carácter textual, y tomar sus referencias en un dominio de objetos ofrecidos al examen.
"De la misma manera, la escuela pasa a ser una especie de aparato de examen ininterrumpido que acompaña en toda su longitud la operación de enseñanza. Se tratará de una comparación perpetua que permite medir y sancionar. El examen en la escuela crea un constante intercambio de saberes entre el maestro y el discípulo. La escuela pasa a ser el lugar de elaboración de la pedagogía. Y así como el procedimiento del examen hospitalario ha permitido el desbloqueo epistemológico de la medicina, la época de la escuela "examinatoria" ha marcado el comienzo de una pedagogía que funciona como ciencia.
"El examen lleva consigo todo un mecanismo que une cierta forma de ejercicio del poder con cierto tipo de formación de saber.
"1. El examen invierte la economía de la visibilidad en el ejercicio del poder. Tradicionalmente, el poder es lo que se ve. Aquellos sobre quienes se ejerce pueden mantenerse en la sombra. En cuanto al poder disciplinario, se ejerce haciéndose invisible, pero imponiendo a aquellos a quienes somete un principio de visibilidad obligatorio. En la disciplina, son los sometidos los que tienen que ser vistos para garantizar el dominio del poder que se ejerce sobre ellos. Y el examen es la técnica por la cual el poder, en lugar de emitir los signos de su potencia, en lugar de imponer su marca a sus sometidos, mantiene a éstos en un mecanismo de objetivación. En el espacio que domina, el poder disciplinario manifiesta su poderío acondicionando objetos. El examen equivale a la ceremonia de esta objetivación.
"Hasta aquí el papel de la ceremonia política había sido dar lugar a la manifestación excesiva y regulada de poder. La ceremonia se aparejaba siempre al triunfo. En cuanto a la disciplina, tiene su propio tipo de ceremonia: el "desfile", forma fastuosa de examen. Los "súbditos" son ofrecidos en él como "objetos" a la observación de un poder que no se manifiesta sino tan sólo por su mirada. No reciben directamente la imagen del poder soberano. La visibilidad apenas soportable del monarca se vuelve visibilidad inevitable de los súbditos. Y esta inversión de visibilidad en el funcionamiento de las disciplinas es lo que garantizará el ejercicio del poder. Entramos en la época del examen infinito y de la observación coactiva.
"2. El examen hace entrar también la individualidad en un cambio documental. El examen que coloca a los individuos en un campo de vigilancia los sitúa igualmente en documentos que los captan y los inmovilizan. Los procedimientos de examen han sido inmediatamente acompañados de un sistema de registro intenso y de acumulación documental. Constitúyese un "poder de escritura" como una pieza esencial en los engranajes de la disciplina. Se modela sobre todo de acuerdo con los métodos tradicionales de la documentación administrativa, pero con técnicas particulares e innovaciones. Unas conciernen a los métodos de identificación, de señalización o de descripción. Era el problema de los hospitales, donde había que reconocer a los enfermos, expulsar a los simuladores, seguir la evolución de las enfermedades, verificar la eficacia de los tratamientos. Era el problema de los establecimientos de enseñanza, donde había que caracterizar la aptitud de cada cual, situar su nivel y su capacidad.
"De ahí la formación de toda una serie de códigos de la individualidad disciplinaria que permiten transcribir homogeneizando los rasgos individuales establecidos por el examen: código físico de la señalización, código médico de los síntomas, código escolar o militar de las conductas. Estos códigos marcan el momento de una "formalización" inicial de lo individual en el interior de las relaciones de poder.
"Las otras innovaciones de la escritura disciplinaria conciernen la puesta en correlación de estos elementos, la acumulación de los documentos, la organización de campos comparativos que permiten clasificar, fijar normas. Los hospitales del S XVIII han sido grandes laboratorios para los métodos escriturarios y documentales. Entre las condiciones fundamentales de una buena "disciplina" médica en los dos sentidos de la palabra, hay que tener en cuenta los procedimientos de escritura que permiten integrar, los datos individuales en sistemas acumulativos, para que se pueda encontrar un individuo en un registro general y para que cada dato del examen individual pueda repercutir en los cálculos de conjunto.
"Gracias a todo este aparato de escritura que lo acompaña, el examen abre dos posibilidades correlativas:
"la constitución del individuo como objeto descriptible, analizable; en modo alguno para reducirlo a rasgos "específicos" como hacen los naturalistas con los seres vivos, sino para mantenerlo en sus rasgos singulares bajo la mirada de un saber permanente; la constitución de un sistema comparativo que permite la medida de fenómenos globales, la descripción de grupos, la caracterización de hechos colectivos, la estimación de las desviaciones.
"Esas pequeñas técnicas de notación, de registro, que han permitido el desbloqueo epistemológico de las ciencias del individuo. Pero está el pequeño problema histórico de la emergencia, a fines del S XVIII, de lo que se podría colocar bajo la sigla de ciencias "clínicas"; problema de la entrada del individuo (y no ya de la especie) en el campo del saber; problema de la entrada de la descripción singular en el funcionamiento general del discurso científico. A esta simple cuestión corresponde una respuesta sin grandeza: hay que mirar del lado de esos procedimientos de escritura y registro, del lado de los mecanismos de examen, del lado de la formación de los dispositivos de disciplina, y de la formación de un nuevo tipo de poder sobre los cuerpos. ¿El nacimiento de las ciencias del hombre? Hay que buscarlo en esos archivos donde se elaboró el juego moderno de las coerciones sobre cuerpos, gestos, comportamientos.
"3. El examen, rodeado de todas sus técnicas documentales, hace de cada individuo un "caso": un caso que constituye un objeto para un conocimiento y una presa para un poder. El caso es el individuo tal como se lo puede juzgar, medir, comparar y esto en su individualidad misma; y es también el individuo cuya conducta hay que encauzar, a quien hay que clasificar, normalizar, excluir, etc.
"Durante mucho tiempo la crónica de un hombre, el relato de su vida, relatada al hilo de su existencia formaban parte de los rituales de poderío. Ahora bien, los procedimientos disciplinarios invierten esa relación, rebajan el umbral de la individualidad descriptible, haciendo de esta descripción un medio de control y un método de dominación. No ya monumento para una memoria futura, sino documento para una utilización eventual. Y esta descriptibilidad nueva es tanto más marcada cuanto que el encuadramiento disciplinario es estricto: el niño, el enfermo, el loco, el condenado pasarán a ser a partir del S XVIII objeto de decisiones individuales y de relatos biográficos. Esta consignación por escrito de las existencias reales funciona como procedimiento de objetivación y de sometimiento.
"El examen indica la aparición de una modalidad nueva de poder en la que cada cual recibe como estatuto su propia individualidad, y en la que es estatutariamente vinculado a los rasgos, medidas, desvíos que lo caracterizan y hacen de él un "caso".
"Finalmente, el examen se halla en el centro de los procedimientos que constituyen el individuo como objeto y efecto de poder, como efecto y objeto de saber. Combinando vigilancia jerárquica y sanción normalizadora, garantiza las grandes funciones disciplinarias de distribución y de clasificación, de extracción máxima de las fuerzas y del tiempo, de acumulación genética continua, de composición óptima de las aptitudes. Por lo tanto, de fabricación de la individualidad celular, orgánica, genética y combinatoria. Con él se ritualizan esas disciplinas que se pueden caracterizar diciendo que son una modalidad de poder para el que la diferencia individual es pertinenete.
"Las disciplinas marcan el momento en que se efectúa la inversión del eje político de la individualización. En sociedades con régimen feudal la individualización es máxima del lado en que se ejerce la soberanía y en las regiones superiores del poder. Cuanto mayor cantidad de poderío más marcado se está como individuo: una individualización "ascendente".
"En cambio, en un régimen disciplinario la individualización es "descendente": a medida que el poder se vuelve más anónimo y más funcional, aquellos sobre los que se ejerce tienden a estar más fuertemente individualizados; y por vigilancias más que por ceremonias, por observaciones más que por relatos conmemorativos, por medidas comparativas que tienen la "norma" por referencia, y no por genealogías que dan los antepasados como punto de mira; por "desviaciones" más que por hechos señalados. En un sistema de disciplina, el niño está más individualizado que el adulto, el enfermo más que el hombre sano, el loco más que el normal. Es hacia los primeros a los que se dirigen en nuestra civilización todos los mecanismos individualizantes; y cuando se quiere individualizar al adulto sano es siempre buscando lo que hay en él todavía de niño, la locura secreta que lo habita, el crimen fundamental que ha querido cometer. Todas las ciencias, análisis o prácticas con raíz "psico-" tienen su lugar en esta inversión histórica de los procedimientos de individualización.
"El individuo es el átomo ficticio de una representación "ideológica" de la sociedad; pero es también una realidad fabricada por esa tecnología específica de poder que se llama la "disciplina". Hay que cesar de describir siempre los efectos de poder en términos negativos: "excluye", "reprime", "rechaza", "censura", "oculta". De hecho, el poder produce; produce realidad; produce ámbitos de objetos y rituales de verdad. El individuo y el conocimiento que de él se puede obtener corresponden a esta producción."

viernes, 21 de diciembre de 2007

La burocracia, un enfoque gramsciano


Hace 70 años, en una inmunda clínica de la Italia fascista murió el más colosal de los continuadores de la teoría marxista: Antonio Gramsci. Nuestro humilde homenaje (un poco tarde)presentando un artículo muy significativo por su profundidad y originalidad, que dirime muchos aspectos respecto a la burocracia y su relación con el Estado y la sociedad.
"Sobre la burocracia. 1) El hecho de que en el desarrollo histórico de las formas políticas y económicas se haya venido formando el tipo del funcionario de "carrera", técnicamente adiestrado en el trabajo burocrático (civil y militar), tiene una importancia primordial en la ciencia política y en la historia de las formas estatales. ¿Se trató de una necesidad o de una degeneración, con respecto al autogobierno (self-government), como pretenden los liberalistas "puros"? Es cierto que toda forma social y estatal tuvo sus problemas de funcionarios, un modo propio de plantearlo y resolverlo, un sistema de selección, un tipo de funcionario a educar. Reconstruir el desarrollo de todos estos elementos es de una importancia capital. El problema de los funcionarios coincide en parte con el problema de los intelectuales. Pero si es verdad que toda forma social y estatal nueva tuvo necesidad de un nuevo tipo de funcionario, es verdad, también, que los nuevos grupos dirigentes jamás pudieron prescindir, al menos por un cierto tiempo, de la tradición y de los intereses constituidos, es decir, de las formaciones de funcionarios ya existentes y constituidos antes de su advenimiento (esto sobre todo en la esfera eclesiástica y militar). La unidad del trabajo manual e intelectual y un ligamen mas estrecho entre el poder legislativo y el ejecutivo (por el cual los funcionarios electos se interesan no sólo por el control sino también por la ejecución de los asuntos de Estado), pueden ser motivos que inspiren tanto una nueva dirección en la solución del problema de los intelectuales como de los funcionarios.
"2) A la cuestión de la burocracia y de su organización "óptima" está vinculada la discusión sobre el llamado "centralismo orgánico" y el "centralismo democrático" (el cual, por otro lado, no tiene nada que ver con la democracia abstracta, puesto que la Revolución francesa y la tercera república, por ejemplo, desarrollaron formas de centralismo orgánico que no hablan conocido ni la monarquía absoluta ni Napoleón I). Será preciso investigar y examinar las reales relaciones económicas y políticas, que encuentran su forma organizativa, su articulación y su funcionalidad en las diversas manifestaciones de centralismo orgánico y democrático en todos los campos: en la vida estatal (unitarismo, federalismo, unión de Estados federados, federación de Estados o Estado federal, etc.); en la vida interestatal (alianzas, diversas formas de "constelación" política internacional); en la vida de las asociaciones políticas y culturales (masonería, Rotary Club, Iglesia católica); sindicales, económicas (cárteles, truts); en un mismo país, en diversos países, etc.
"Polémicas surgidas en el pasado (antes de 1914) a propósito del dominio alemán en la vida, de la alta cultura y de algunas fuerzas políticas internacionales: ¿era real este predominio o en qué consistía efectivamente? Se puede decir: a) que ningún nexo orgánico y disciplinario establecía una supremacía tal y que por lo tanto era un mero fenómeno de influencia cultural y de prestigio muy hábil y abstracto; b) que tal influencia cultural no tocaba para nada a la actividad efectiva, la cual era por el contrario disgregada, localista, sin dirección de conjunto. No se puede hablar por ello de ningún centralismo orgánico, democrático o de cualquier otro tipo. La influencia era sentida y sufrida por escasos grupos intelectuales sin vinculación con las masas populares y justamente esta ausencia de vínculos caracterizaba la situación. Sin embargo tal estado de cosas es digno de examen porque contribuye a explicar el proceso que condujo a formular las teorías del centralismo orgánico, que fueron precisamente una crítica unilateral, una crítica de intelectuales, a ese desorden y a esa dispersión de fuerzas.
"Sin embargo, es preciso distinguir entre aquellas teorías del centralismo orgánico que ocultan un programa preciso de predominio real de una parte sobre el todo (aún cuando dicha parte esté constituida por una capa como la de los intelectuales o por un grupo territorial "privilegiado") y aquéllas que son una simple posición unilateral de sectarios y fanáticos y que aun pudiendo ocultar un programa de predominio (generalmente de una personalidad, como la del Papa, infalible, respecto del cual el catolicismo se ha transformado en una especie de culto del pontífice), no parecen esconder en lo inmediato un programa tal como hecho político consciente. El nombre más exacto sería el de centralismo burocrático. El carácter "orgánico" sólo puede pertenecer al centralismo democrático, que es un "centralismo" en movimiento, vale decir, una continua adecuación de la organización al movimiento real, una capacidad de equilibrar el impulso de la base con las directivas de la superioridad, una inserción continua de los elementos que surgen de lo profundo de la masa en el sólido cuadro del aparato de dirección, el cual asegura la continuidad y la acumulación regular de las experiencias. Tal centralismo es "orgánico" porque tiene en cuenta el movimiento, que es la forma orgánica en que se revela la realidad histórica, y no se esteriliza mecánicamente en la burocracia; al mismo tiempo tiene en cuenta aquello que es relativamente estable y permanente o que por lo menos se mueve en una dirección fácil de proveer. En el Estado, este elemento de estabilidad se encarna en el desarrollo orgánico del núcleo central del grupo dirigente, de una manera análoga a lo ocurrido en pequeña escala en la vida de los partidos. La preponderancia del centralismo burocrático en el Estado indica que el grupo dirigente está saturado, que se ha transformado en una camarilla estrecha que tiende a perpetuar sus mezquinos privilegios regulando o también sofocando el nacimiento de las fuerzas opositoras, aunque estas fuerzas sean análogas a los intereses dominantes fundamentales (por ej. en los sistemas proteccionistas a ultranza en lucha con el liberalismo económico). En los partidos que representan a grupos socialmente subalternos, el elemento de estabilidad es necesario para asegurar la hegemonía no de los grupos privilegiados sino de los elementos progresistas, orgánicamente progresivos en relación a las otras fuerzas afines o aliadas, pero compuestas y oscilantes.
"En todo caso es preciso poner de relieve que las manifestaciones morbosas de centralismo burocrático han ocurrido por la deficiencia de iniciativa y de responsabilidad existente en la base, vale decir, por el primitivismo político de las fuerzas periféricas, aun cuando éstas fueran homogéneas con el grupo territorial hegemónico (fenómeno del "piamontismo" * en los primeros decenios de la unidad italiana). El que tales situaciones se produzcan puede ser extremadamente dañoso y peligroso en los organismos tradicionales (Sociedad de las Naciones).
"*Trasposición, luego de la unificación, de los métodos de gobierno (sistema de impuestos, sistema jurídico y económico) propios del reino del Piamonte, a las otras regiones de Italia (N. del T.)
"El centralismo democrático ofrece una fórmula elástica, que se presta a muchas encarnaciones; dicha fórmula vive en cuanto es interpretada y adaptada continuamente a las necesidades. Consiste en la búsqueda crítica de lo que es igual en la aparente disformidad, y en cambio distinto y aún opuesto en la aparente uniformidad, para organizarlo y conectarlo estrechamente a aquello que es similar, aunque de una manera tal que esta organización y esta conexión aparezcan como una necesidad práctica, "inductiva", experimental y no como resultado de un proceso racionalista, deductivo, abstracto, es decir, propio de los intelectuales puros (o puros asnos). Este lento y continuo trabajo por separar el elemento "internacional" y "unitario" en la realidad nacional y localista es, en esencia, la acción política concreta, la única actividad creadora de progreso histórico. Exige una unidad orgánica entre teoría y práctica, entre capas intelectuales y masas populares, entre gobernantes y gobernados. Desde este punto de vista las fórmulas de unidad y federación pierden gran parte de su significado, mientras continúan siendo perniciosas en la concepción burocrática, partiendo de la cual no llegaremos a la unidad sino a un pantano estancado, superficialmente calmo y "mudo", ni tampoco a una federación sino a una "bolsa de papas", vale decir, a una yuxtaposición mecánica de "unidades" particulares sin nexos entre sí."

jueves, 20 de diciembre de 2007

Del Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política





Transcribimos aquí uno de los textos más significativos de la literatura marxista, de lenguaje sencillo y plagado de pasajes explicativos, su conocimiento es indispensable para una correcta comprensión del materialismo dialéctico.






"Mis estudios profesionales eran los de jurisprudencia, de la que, sin embargo, sólo me preocupé como disciplina secundaria, junto a la filosofía y la historia. En 1842‑1843, siendo redactor de “Gaceta Renana”[1] me vi por primera vez en el trance difícil de tener que opinar sobre los llamados intereses materiales. Los debates de la Dieta renana sobre la tala furtiva y la parcelación de la propiedad de la tierra, la polémica oficial mantenida entre el señor von Schaper, por entonces gobernador de la provincia renana, y Gaceta Renana acerca de la situación de los campesinos de Mosela y, finalmente, los debates sobre el librecambio y el proteccionismo, fue lo que me movió a ocuparme por primera vez de cuestiones económicas. Por otra parte, en aquellos tiempos en que el buen deseo de “ir adelante” superaba en mucho el conocimiento de la materia, “Gaceta Renana” dejaba traslucir un eco del socialismo y del comunismo francés, tañido de un tenue matiz filosófico. Yo me declaré en contra de ese trabajo de aficionados, pero confesando al mismo tiempo sinceramente, en una controversia con la “Gaceta General” de Ausburgo[2] que mis estudios hasta ese entonces no me permitían aventurar ningún juicio acerca del contenido propiamente dicho de las tendencias francesas. Con tanto mayor deseo aproveché la ilusión de los gerentes de “Gaceta Renana”, quienes creían que suavizando la posición del periódico iban a conseguir que se revocase la sentencia de muerte ya decretada contra él, para retirarme de la escena pública a mi cuarto de estudio.
"Mi primer trabajo emprendido para resolver las dudas que me azotaban, fue una revisión crítica de la filosofía hegeliana del derecho[3], trabajo cuya introducción apareció en 1844 en los “Anales francoalemanes”[4], que se publicaban en París. Mi investigación me llevó a la conclusión de que, tanto las relaciones jurídicas como las formas de Estado no pueden comprenderse por sí mismas ni por la llamada evolución general del espíritu humano, sino que, por el contrario, radican en las condiciones materiales de vida cuyo conjunto resume Hegel siguiendo el precedente de los ingleses y franceses del siglo XVIII, bajo el nombre de “sociedad civil”, y que la anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en la economía política. En Bruselas a donde me trasladé a consecuencia de una orden de destierro dictada por el señor Guizot proseguí mis estudios de economía política comenzados en París. El resultado general al que llegué y que una vez obtenido sirvió de hilo conductor a mis estudios puede resumirse así: en la producción social de su vida los hombres establecen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una fase determinada de desarrollo las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas, y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica se transforma, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas transformaciones hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en un a palabra las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo. Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de transformación por su conciencia, sino que , por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción. Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, porque, mirando mejor, se encontrará siempre que estos objetivos sólo surgen cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización. A grandes rasgos, podemos designar como otras tantas épocas de progreso en la formación económica de la sociedad el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el moderno burgués. Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso social de producción; antagónica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta formación social se cierra, por lo tanto, la prehistoria de la sociedad humana.
"Federico Engels, con el que yo mantenía un constante intercambio escrito de ideas desde la publicación de su genial bosquejo sobre la crítica de las categorías económicas (en los DeutschFranzösische Jahrbücher)[5], había llegado por distinto camino (véase su libro La situación de la clase obrera en Inglaterra) al mismo resultado que yo. Y cuando, en la primavera de 1845, se estableció también en Bruselas, acordamos elaborar en común la contraposición de nuestro punto de vista con el punto de vista ideológico de la filosofía alemana; en realidad, liquidar cuentas con nuestra conciencia filosófica anterior. El propósito fue realizado bajo la forma de una crítica de la filosofía poshegeliana[6]. El manuscrito ‑dos gruesos volúmenes en octavo‑ ya hacía mucho tiempo que había llegado a su sitio de publicación en Westfalia, cuando no enteramos de que nuevas circunstancias imprevistas impedían su publicación. En vista de eso, entregamos el manuscrito a la crítica roedora de los ratones, muy de buen grado, pues nuestro objeto principal: esclarecer nuestras propias ideas, ya había sido logrado. Entre los trabajos dispersos en que por aquel entonces expusimos al público nuestras ideas, bajo unos u otros aspectos, sólo citaré el Manifiesto del Partido Comunista escrito conjuntamente por Engels y por mí, y un Discurso sobre el librecambio, publicado por mí. Los puntos decisivos de nuestra concepción fueron expuestos por primera vez científicamente, aunque sólo en forma polémica, en la obra Miseria de la filosofía, etc., publicada por mí en 1847 y dirigida contra Proudhon. La publicación de un estudio escrito en alemán sobre el trabajo asalariado[7], en el que recogía las conferencias que había dado acerca de este tema en la Asociación Obrera Alemana de Bruselas[8], que interrumpida por la revolución de febrero, que trajo como consecuencia mi alejamiento forzoso de Bélgica.
"La publicación de la “Nueva Gaceta Renana” (1848‑1849) y los acontecimientos posteriores interrumpieron mis estudio económicos, que no pude reanudar hasta 1850, en Londres. El enorme material sobre la historia de la economía política acumulado en el British Museum, la posición tan favorable que brinda Londres para la observación de la sociedad burguesa y, finalmente, la nueva etapa de desarrollo en que parecía entrar ésta con el descubrimiento del oro en California y en Australia, me impulsaron a volver a empezar desde el principio, abriéndome paso, de un modo crítico, a través de los nuevos materiales. Estos estudios a veces me llevaban por sí mismos a campos aparentemente alejados y en los que tenía que detenerme durante más o menos tiempo. Pero lo que sobre todo reducía el tiempo de que disponía era la necesidad imperiosa de trabajar para vivir. Mi colaboración desde hace ya ocho años en el primer periódico anglo‑americano, el New York Daily Tribune, me obligaba a desperdigar extraordinariamente mis estudios, ya que sólo en casos excepcionales me dedico a escribir para la prensa correspondencias propiamente dichas. Sin embargo, los artículos sobre los acontecimientos económicos más salientes de Inglaterra y del continente formaba una parte tan importante de mi colaboración, que esto me obligaba a familiarizarme con una serie de detalles de carácter práctico situados fuera de la órbita de la verdadera ciencia de la economía política.
"Este esbozo sobre la trayectoria de mis estudios en el campo de la economía política tiende simplemente a demostrar que mis ideas, cualquiera que sea el juicio que merezcan, y por mucho que choquen con los prejuicios interesados de las clases dominantes, son el fruto de largos años de concienzuda investigación. Pero en la puerta de la ciencia, como en la del infierno, debiera estamparse esta consigna:
Qui si convien lasciare ogni sospetto;
Ogni viltá convien che qui sia morta[9]"


"Londres, enero de 1859.
Publicado en el libro; Zur Kritik der plitischen Oekonomie von Karl Marx, Erstes Heft, Berlín 1859.

"[1] Gaceta renana (“Rheinische Zeitung”): diario radical que se publicó en Colonia en 1842 y 1843. Marx fue su jefe de redacción desde el 15 de octubre de 1842 hasta el 18 de marzo de 1843.
[2] Gaceta general (“Allegemeine Zeitung”): diario alemán reaccionario fundado en 1798; desde 1810 hasta 1882 se editó en Ausburgo. En 1842 publicó una falsificación de las ideas del comunismo y el socialismo utópicos y Marx lo desenmascaró en su artículo “El comunismo y el Allegemeine Zeitung de Ausburgo”, que fue publicado en Rheinische Zeitung en octubre de 1842.
[3] C. Marx, Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel.
[4] Deutschfranzösische Jahrbücher (“Anales franco‑alemanes”): órgano de la propaganda revolucionaria y comunista, editado por Marx en parís, en el año 1844.
[5] “Anales franco‑alemanes”
[6] Marx y Engels, La ideología alemana.
[7] Marx, Trabajo asalariado y capital.
[8] La Asociación Obrera Alemana de Bruselas fue fundada por Marx y Engels a fines de agosto de 1847, con el fin de educar políticamente a los obreros alemanes residentes en Bélgica y propagar entre ellos las ideas del comunismo científico. Bajo la dirección de Marx, Engels y sus compañeros, la sociedad se convirtió en un centro legal de unión de los proletarios revolucionarios alemanes en Bélgica y mantenía contacto directo con los clubes obreros flamencos y valones. Los mejores elementos de la asociación entraron luego en la organización de Bruselas de la Liga de los Comunistas. Las actividades de la Asociación Alemana en Bruselas se suspendieron poco después de la revolución burguesa de febrero de 1848 en Francia, debido al arresto y expulsión de sus miembros por la policía belga.
[9] Déjese aquí cuanto sea recelo;/ Mátese aquí cuanto sea vileza. (Dante, La divina comedia).

sábado, 24 de noviembre de 2007

De la lucha de clases


La lucha de clases surge cuando la clase propietaria de los medios de producción explota la fuerza de trabajo de las clases impedidas de acceder a los mismos. Las clases no se definen por su ubicación en la estructura productiva, sino por su lucha respecto a las demás.

El ser humano, para subsistir y satisfacer sus necesidades (básicas) explota los recursos naturales, valiéndose de determinadas técnicas y relaciones de producción. No sólo en el capitalismo, sino en toda sociedad civilizada, una minoría se apropia de los medios de producción y recurre a transformaciones en la sobreestructura, destacándose las características de la estructura jurídico-política. Para legitimar la propiedad privada de los medios de producción, las clases dominantes del sistema capitalista consagran normativas jurídicas que lo legitimen, y defiende y perfecciona aparatos, en especial el estatal y el burocrático, para legitimar las relaciones de producción que se dan en el seno de la formación económico-social.
El capital precisa de una fuerza de trabajo que lleve a cabo el proceso productivo (en el pasado eran los trabajadores y la maquinaria, pero la irrupción de nuevas técnicas de producción, como la robótica y la informática, preanuncian la parálisis de la formación económica capitalista de la sociedad), y que asuma su función de clase explotada (no conscientemente), para evitar que el descontento social se traduzca en la subversión del sistema.
Las distintas clases sociales asumen funciones específicas en el seno de la estructura productiva, acompañadas de normas jurídicas particulares y un determinado sistema político que legitiman dichas funciones y las regulan. La explotación de la fuerza de trabajo y la apropiación de la plusvalía por parte del capitalista es una relación de producción inherente al capitalismo, y propia sólo de su estructura, pero no de sociedades en las que se carece de una clase fundamental que asuma las responsabilidades tomadas por las burguesías nacionales europeas.
El planteo de la lucha de clases depende de cada bloque histórico, y estos son marcadamente distintos en el centro y la periferia capitalistas.
La revolución socialista estallará en los países más desarrollados del sistema capitalista, una vez que se agoten las posibilidades de evolución de la formación económica de la sociedad. Es un error característico de los movimientos políticos anticapitalistas o al menos “populares”, el considerar al posibilidad de una inmediata revolución en algún país de la periferia. Las condiciones subjetivas, en especial la construcción de conciencia política de las clases subalternas, se darán sólo en los países más desarrollados, ya que en la periferia el atraso económico guarda alternativas para estimular el desarrollo institucional y controlar la superestructura ideológica.

Las autonomías regionales



Al hablar de autonomía nos referimos a la que se ejerce o se intenta ejercer en un territorio determinado de un Estado, es decir, al goce de privilegios jurídico-políticos y derechos administrativos particulares, acompañados de una superestructura ideológica funcional. Es la relación entre un sector del poder público o una experiencia de organización social (que no niega la lucha de clases) y los diversos componentes del aparato estatal (en particular el sistema de partidos políticos que soluciona las diferencias que surgen entre los diversos segmentos de las clases dominantes y las instituciones, como las FFAA, a través de las cuales se garantiza la perdurabilidad de la dominación ampliada) y las instituciones de la sobreestructura (como las instituciones religiosas).
Las clases dominantes que manipulan el aparato estatal central prefieren ceder espacios de poder a las clases dominantes regionales, antes que asistir al surgimiento de un nuevo Estado clasista que pueda oponerse a sus propios intereses.
Es un enfrentamiento entre distintas facciones de la clase fundamental. El poder central construye hegemonía a través del aparato estatal y sus instituciones adyacentes, y expande su área de influencia geográfica, en la cual reproduce las relaciones de producción capitalistas, explotando la fuerza de trabajo local y apropiándose de la plusvalía.
El derecho de propiedad vigente y el aparato burocrático legitiman la propiedad privada de los medios de producción que favorece el modelo de acumulación, pero la clase fundamental local presiona para obtener privilegios jurídicos que le permitan concretar sus propios intereses, lo cual implica un enfrentamiento directo con el poder público central.
Las clases dominantes locales, excluidas del aparato estatal, recurren a las masas, inculcándoles ideas separatistas, lo cual le permite contar con el apoyo de las clases subalternas e impedir que la dirigencia del movimiento separatista, que en numerosas ocasiones desemboca en un militarismo al cual adhiere la población, aunque no por eso la opinión pública, sea arrebatada por individuos u organizaciones que se apartan de los objetivos de la clase fundamental local de construir un mercado que le permita reproducir el modelo de acumulación capitalista.
Estos enfrentamientos en el seno de las clases dominantes, que responden al control ejercido en espacios geográficos donde el capital se apropia de la plusvalía, son propios de Europa (en otras regiones del mundo no puede hablarse de reclamos autonomistas en sentido estricto), y los ejemplos, como la lucha que persiste en el País Vasco o Irlanda del Norte, aunque con factores interactuantes característicos, son una evidencia del control que practican las clases dominantes sobre la opinión pública para contar con la adhesión de las masas, que asumen como propia una plataforma política ajena a su propia conciencia política.